La revisión estandarizada de los procesos se basa en la premisa de que las instituciones de cuidados de la salud deben cultivar la seguridad del paciente y del personal. Existen estándares aceptables que pueden observarse con indicadores diseñados para medir su cumplimiento. El propósito de medir la actividad relacionada con la seguridad, focalizada en el sistema y no en las personas, redunda en beneficios tangibles como la calidad sanitaria, la satisfacción del personal y una oportunidad para bajar los costos.
La calidad tiene muchas caras, la eficiencia es una de ellas y está ligada tanto al conocimiento como a la experiencia. Acceder a expertos en un tema crucial como la higiene hospitalaria es muy difícil. Es poco creíble que los 4000 establecimientos de salud del país tengan en su personal el nivel necesario para tener un programa eficiente de limpieza y desinfección ajustado al riesgo intrínseco del área. La falta de higiene se relaciona a consecuencias indeseables, muchas de ellas evitables. Las de mayor impacto son las asociadas a las infecciones hospitalarias, a la persistencia de reservorios de microorganismos patógenos multiresistentes a los antibióticos y las consecuencias que estas generan, más allá de una mala imagen y demandas legales, a eventos adversos con daño, muertes y costos. Un informe de la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo (OECD) de 2018 demostró que las dos intervenciones combinadas más costo-efectivas fueron la higiene hospitalaria y el control en el uso de antibióticos con un potencial de prevenir 3 de 4 muertes atribuibles.
Un buen programa de higiene hospitalaria debe contemplar ciertas consideraciones metodológicas.
- Objetivos previamente definidos.
- Instructivo escrito.
- Establecer el mapa de riesgo, según áreas críticas, semicríticas y no críticas.
- Procedimientos consensuados.
- Normas basadas en evidencias científicas.
- Definición de la población que se va a proteger.
- Un plan y método para la recolección de los datos.
- Indicadores fácilmente cumplibles.
- Indicadores esencialmente cualitativos.
- Evaluar estructura, proceso y resultados.
- Selección de los detergentes y desinfectantes correspondientes a los procesos, toxicidad y costos.
- Consenso con el personal de los métodos que se aplicarán.
- Método para evaluar la técnica de limpieza y desinfección.
- La evaluación será objetiva, externa y confidencial al servicio.
- Los evaluadores, preferiblemente externos, serán personas calificadas y capacitadas para cumplir con la función.
- Análisis de la información y los cambios que permitan mejorar.
- Crear oportunidades para el aprendizaje.
La clasificación de E. Spaulding ordena las áreas asistenciales en críticas, semicríticas y no críticas, según el riesgo implícito de los procedimientos que se realizan en ellas. Son críticas con procesos de cuidados especiales: quirófano, sala de obstetricia, sala de hemodinamia, endoscopía, sala de diálisis, neonatología, unidades de quemados, terapia intensiva y trasplante. Normas de higiene propias tienen la cocina, el lactario y el área sucia de la lavandería.
En el hospital se establecen reservorios, animados e inanimados de microorganismos patógenos que resultan una fuente de diseminación por dos vías, por contacto directo con el área contaminada o indirecta por un vector: manos, alimentos, etc. De la colonización a la enfermedad depende de la susceptibilidad del paciente. El tema excede a la central de esterilización y al programa de control de infecciones, es del sistema, por lo tanto es responsabilidad de la dirección de la Institución.
La relación entre limpieza, desinfección, higiene del medio ambiente, educación del personal y las tasas de infección hospitalaria es directa. La piedra angular de los esfuerzos para reducir el riesgo de transmisión de microorganismos desde el medio ambiente a las personas requiere de conocimiento y experiencia en los procesos de la limpieza y la desinfección de todas las superficies, particularmente las muy tocadas y las de las áreas críticas.
La desinfección es aplicada a objetos inanimados y superficies para matar la mayor parte de los microorganismos patógenos, pero aún la de más alto nivel no elimina todas las esporas bacterianas. La de bajo nivel no alcanza a matar micobacterias. Establecer estos límites es resorte del especialista.
Las técnicas de comunicación actuales le permiten al Director de un establecimiento contratar el asesoramiento externo, permanente, en línea, sin horario al profesional que les garantice experiencia. El experto revisará los procesos, analizará los resultados y sabrá asesorar correctamente. Es una modalidad que se aplica a tantas otras especialidades y ocasiones.
La Fundación ITAES ofrece cumplir con este rol, asesorar, educar y controlar los planes y programas de higiene hospitalaria como parte de su visión de trabajar por un sistema de salud más seguro. Los invitamos a visitar nuestra página Fundacionitaes.org.ar
Ricardo Durlach es médico infectólogo. Presidente de la Fundación ITAES y Director de la carrera de especialista en Infectología de la UCA. Ex-director del Hospital Alemán.
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