En los proyectos de infraestructura hospitalaria, el diseño arquitectónico suele ocupar el centro de la escena. Planos, fachadas, circulaciones, criterios de iluminación natural y orientación son debatidos extensamente en fases tempranas. Sin embargo, con frecuencia el equipamiento médico y sus requerimientos técnicos quedan relegados a etapas posteriores, asumidos como un componente independiente, subordinado a la arquitectura. Esta desconexión entre disciplinas no solo genera errores costosos, sino que afecta directamente la experiencia de quienes trabajan y se atienden en estos espacios y genera frustraciones especialmente en contextos con recursos limitados.
Este artículo propone una mirada alternativa: incorporar el equipamiento como parte central del diseño desde la etapa conceptual. Porque anticipar no es simplemente prever; anticipar es también crear espacios que funcionen desde el primer día, sin sobresaltos ni improvisaciones.
El diseño más allá de la función
El diseño hospitalario no termina en la resolución de flujos o el cumplimiento de normas. Cada decisión técnica configura el uso cotidiano de los espacios y la experiencia de los pacientes, del personal médico y del personal de mantenimiento. Un tomacorriente mal ubicado puede impedir el funcionamiento de un equipo vital. Una red de gases no prevista obliga a demoler un muro terminado. Un refrigerador bloqueando una ventana reduce la luz natural y, con ella, el confort del personal.
En esta lógica, el equipamiento no es un accesorio: es parte viva del entorno construido. Un autoclave, una cabina de bioseguridad, un lavamanos clínico, son extensiones de las personas que los usan. Pensarlos desde el inicio es un acto de diseño responsable.
Observaciones desde el terreno
En proyectos recientes en contextos africanos, hemos podido constatar que cuando el diseño del edificio se realiza sin tener en cuenta la lista de equipos y sus requerimientos, los conflictos son inevitables y cada una de estas situaciones evidentemente supone un costo económico extra. La usencia de una instalación puede implicar semanas de retraso en obra, la corrección de un error de diseño puede implicar romper acabados ya terminados y todo esto puede evitarse si el equipamiento se integra desde el principio.
Equipos que no caben por las puertas, salas sin la potencia eléctrica suficiente o sin tomacorrientes suficientes, equipos mal dimensionados en plano (dibujados como de sobremesa y entregados como torre), autoclaves colocados en áreas sin drenaje, lavadoras industriales sin preinstalación de agua. Cada uno de estos casos genera modificaciones, aprobaciones de emergencia, retrasos, costos adicionales y en muchos casos, frustración del personal médico al no poder utilizar los equipos correctamente desde el primer día.
Algunos ejemplos específicos que podrían haberse evitado con una coordinación temprana:
– Cuartos sucios de hospitalización sin drenajes adecuados para los fregaderos de residuos sólidos previstos cuya solución implicó reabrir pisos terminados para conectar al drenaje del suelo.

– Drenajes para autoclaves que no soportan la alta temperatura de descarga de estos cuya solución es cambiar a tuberías de acero inoxidable o CPVC cuando el suelo ya está terminado.
– Salas diseñadas para alojar refrigeradores donde las tomas eléctricas estaban justo en la fachada con ventanas. Resultado: Refrigeradores altos obstruyendo ventanas, cables cruzando espacios y en algunos casos reubicación de tomacorrientes que implicó hacer rozas en la pared cuando ya estaba terminada.

– Equipos que requieren ductos de extracción al exterior, como las cabinas de bioseguridad, fueron instalados en salas sin ventilación prevista. En algunos casos, el techo debía bajarse para evitar pasos de ductos complejos, lo que afectó la instalación de luminarias y sistemas contra incendios.
– Cámaras mortuorias que requieren espacio frontal para extraer camillas sin espacio para operar y sin ventilación para el compresor.

– Mesas de laboratorio con instalaciones eléctricas integradas que no contemplaban la potencia real de algunos equipos, provocando la necesidad de instalar líneas adicionales o recolocación de los equipos médicos.
También hemos aprendido que una misma instalación puede ser compartida por varios equipos, pero no siempre es recomendable. Algunos modelos requieren circuitos eléctricos dedicados o no permiten que se combinen sus sistemas de extracción. Si estas condiciones no se conocen a tiempo, el diseño de la infraestructura puede resultar incompatible.
Preinstalaciones: su importancia estratégica
Las preinstalaciones incluyen todos los elementos ocultos o semiocultos que permiten el funcionamiento del equipamiento: tomas de corriente, drenajes, salidas de gases, puntos de conexión de agua, etc. Si se planifican mal, el impacto es enorme. Un drenaje mal ubicado obliga a romper un piso ya terminado. Una línea eléctrica insuficiente puede impedir el uso de un equipo costoso. Una sala sin ventilación adecuada puede convertirse en un espacio inutilizable.
Por eso, las preinstalaciones de los equipos médicos deben planificarse desde el principio. No como un añadido al final del diseño, sino como un componente integral. Esto requiere la participación de los especialistas en equipamiento desde la etapa de anteproyecto, cuando aún hay margen para ajustar distribuciones, elegir sistemas constructivos y prever rutas de instalaciones.
Los planos de equipamiento como herramienta
Una de las principales dificultades en la planificación hospitalaria es la cantidad de actores involucrados: arquitectos, ingenieros, especialistas clínicos, proveedores, contratistas, supervisores. Cada uno maneja un lenguaje, un enfoque y un conjunto de prioridades. La coordinación entre estos actores no debe pensarse como una fase aislada, sino como una herramienta continua de diseño y un proceso constante.
Integrar planos, revisar modelos BIM con equipos cargados, discutir en sitio la ubicación de cada dispositivo reduce riesgos y, sobre todo, evita que el diseño se transforme en obstáculo.
En este sentido, los planos de equipamiento médico son fundamentales. Estos documentos permiten visualizar de forma integral requerimientos eléctricos, de agua, drenaje, gases, volumen y rutas de accesos de los equipos, por lo tanto, cuáles son las implicaciones para la arquitectura y las instalaciones.
Además, es clave que estos planos estén alineados con una lista técnica consolidada: no se puede diseñar para un equipo que aún no se ha definido. Y en caso de licitación en paralelo, se debe trabajar con fichas técnicas provisionales, sabiendo que toda preinstalación mal prevista puede salir cara.

Adaptabilidad y toma de decisiones en contexto
La planificación anticipada no implica rigidez sino todo lo contrario. Al integrar el equipamiento desde el inicio, es posible tomar decisiones informadas que consideren las realidades locales. En entornos donde los presupuestos cambian, los equipos se adquieren en fases, o se reemplazan modelos por motivos logísticos, es clave tener una base de diseño flexible pero coherente. Pero esa flexibilidad no debe nacer del caos, sino de una planificación realista.
En un hospital especifico, tras la reducción del paquete de adquisición de equipamiento, algunas salas quedaron para equiparse a futuro. ¿Debemos entonces eliminar las preinstalaciones? No necesariamente. En muchos casos, se dejó prevista la conexión eléctrica y de agua para equipos futuros, aún sin fecha de llegada. Esta decisión permitirá ahorrar futuras intervenciones y mantendrá la posibilidad de crecimiento.
Además, la planificación temprana permite también evaluar el cumplimiento normativo, ya que no es lo mismo prever una ruta de evacuación sin obstrucciones desde el inicio que intentar ajustarla cuando ya se han levantado muros. Tampoco es igual instalar un sistema de extracción con espacio libre en el techo que intentar hacerlo cuando ya hay lámparas, conductos de aire acondicionado y falsos techos terminados. También se debe tener en cuenta la altura de los tomacorrientes. Todo esto puede evitar auditorías negativas y trabajos extra que suelen ser costosos. Cumplir con las normas después de la obra construida es mucho más caro que diseñar bien desde el inicio.
Errores comunes y lecciones aprendidas
Uno de los aprendizajes más valiosos acumulados en estos años es que el diseño no puede ser un proceso vertical ni cerrado. Diseñar no es solo proyectar. Diseñar es coordinar, validar y ajustar. El diseño debe ser participativo y multidisciplinar. Involucrar a quienes van a operar los espacios, como técnicos, enfermeros, personal de mantenimiento, desde las primeras fases permite detectar necesidades reales y evitar soluciones que, si bien son correctas en el papel, no funcionan en la práctica.
Validar en terreno, simular escenarios de uso, construir prototipos cuando sea posibles: todas estas herramientas enriquecen el proyecto y evitan frustraciones.
Diseñar con anticipación es también saber escuchar. Escuchar al jefe de mantenimiento que advierte que una bomba necesita ventilación para no fallar. Escuchar al técnico de laboratorio que sabe que el refrigerador debe estar en un lugar con silencio y temperatura constante. Escuchar al proveedor que aclara que su equipo requiere tres fases y no una.
Cuando estas voces se ignoran, los errores se acumulan. Algunos de los más comunes al separar diseño y equipamiento incluyen:
– Puertas estrechas que impiden el ingreso de autoclaves o refrigeradores.
– Alturas de techos que no permiten instalar determinados dispositivos.
– Falta de puntos de agua para equipos de laboratorio.
– Toma de corriente junto a zonas húmedas o inaccesibles por el mobiliario.
– Salas destinados a esterilización o autoclaves sin drenaje o ventilación adecuada.
– Tableros eléctricos ubicados en lugares donde no hay acceso una vez instalado el mobiliario.
– Falta de previsión para el mantenimiento: equipos que no pueden abrirse completamente por estar contra una pared, o que no pueden desconectarse sin apagar toda una línea eléctrica.
Cada uno de estos errores responde a una falta de diálogo entre disciplinas y en todos los casos la solución hubiera sido fácil y económica si se hubiera detectado a tiempo desde el plano de equipamiento. Detectarlo durante la instalación, en cambio, implica demoler, rehacer, retrasar y, sobre todo, asumir sobrecostes evitables.
El impacto en la experiencia del usuario
Cuando hablamos de diseño más allá de la funcionalidad, hablamos de cómo estos detalles técnicos se traducen en experiencias. Una sala donde el equipo está bien ubicado, con luz natural, sin cables cruzando el paso, no solo es más segura, sino que es más humana. Un hospital donde los equipos pueden mantenerse y limpiarse con facilidad, es un hospital que dura más, que genera menos frustración y que ofrece mejor servicio.
En contextos donde los recursos son escasos, donde cada error cuesta mucho, planificar bien es una forma de cuidado. Cuidar el dinero, cuidar el tiempo, pero sobre todo cuidar a quienes usarán esos espacios. El diseño anticipado, entonces, no es un lujo, es la base para construir hospitales funcionales, sostenibles y humanos.
Conclusión
Integrar el diseño del equipamiento y sus preinstalaciones desde el inicio de los proyectos hospitalarios no es solo una buena práctica: es una necesidad. Es la forma de asegurar que los edificios no solo se vean bien en planos, sino que funcionen bien en la realidad. Es una forma de poner a las personas en el centro, de reconocer que cada toma eléctrica, cada metro de ducto, cada centímetro de pasillo tiene una razón de ser. Porque diseñar para la salud es, en definitiva, diseñar para el bienestar.
Y para eso, hace falta algo más que talento: hace falta escuchar, coordinar y sobre todo anticiparse.
Guadalupe González Nagy es arquitecta senior en Meirovich Consulting, con más de 10 años de experiencia en proyectos de arquitectura hospitalaria. Especializada en el desarrollo de planes funcionales, programas médico-arquitectónicos, y la adaptación de proyectos a estándares internacionales y normativas locales. Cuenta con sólida experiencia en consultoría técnica para la planificación de equipamiento médico y el diseño de preinstalaciones, participando en la coordinación entre disciplinas para asegurar la integración técnica desde las etapas iniciales del diseño. Ha colaborado en proyectos financiados por organismos internacionales, con foco en la mejora de infraestructura sanitaria en contextos de recursos limitados.
guadalupe@meirovichconsulting.com
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